Yoga significa unión, en sánscrito: mente, cuerpo y espíritu recuperan su unidad esencial con lo divino. Pero si hay otro concepto que defina la esencia del yoga es el equilibrio. El yoga trae equilibrio a nuestras vidas, que es el estado necesario para que el cuerpo físico y los cuerpos sutiles que identifica la anatomía yóguica estén libres de bloqueos, enfermedades y funcionen a sus máximas capacidades. Ese equilibrio es también lo que buscamos para sentirnos con energía vital pero con serenidad mental, conectados con nuestro ser físico y trascendente.
Llamamos “yoga” a las prácticas, entre las que se encuentran posturas (asanas), meditación, respiración (pranayama), kriyas (limpiezas), mudras (sellos energéticos), kirtan (cantos), mantras, rituales. Pero el yoga, como medicina holística que induce los procesos naturales de sanación y salud de la anatomía física y espiritual, como sistema psicológico y filosófico, que busca el bienestar, la paz interior, la expansión de los límites, implica todo un estilo de vida que involucra la observancia de pautas éticas, principios de vida y regímenes de alimentación. Por eso se dice que el yoga es una disciplina.
El yoga es apropiado para todos, no importa la edad, o el estado físico. Es independiente de las creencias de cada cual, porque no es un dogma o una religión, si bien tiene elementos comunes con algunas tradiciones religiosas. Podría decirse entonces que es un sistema psicológico, filosófico y científico. El yoga nos ayuda a enfocarnos, a fortalecer la capacidad de goce y la fuerza de voluntad, a regular los procesos metabólicos, a aumentar la agilidad y la elasticidad, a desintoxicar el cuerpo, a revitalizar cada órgano, a estar siempre jóvenes.